Habíamos quedado ayer en que mi meta para hoy iba a consistir en ir de compras, por fin algo para lo que me siento medianamente cualificada. Se trataba de salir con Satheesh en una misión exploratoria, con objeto de identificar telas para la confección de sábanas y cortinas para los dormitorios de la escuela.
Por la mañana llamé a la oficina para confirmar que no habría ninguna clase de contratiempo y que para las dos Satheesh estaría ya comido y listo para la expedición. "No problema, no problema". Bien. Por si acaso, a eso de la una volví a llamar para asegurarme de que Satheesh estuviese comiéndose ya su dahl y su chapati. "Sí, sí, no problema". Bien, muy bien.
A las dos menos cuarto me planto en la oficina, donde me espera un Satheesh sonriente y dispuesto para la acción. También están ahí el señor Hari, quien se encarga de la contabilidad y de pagar a los obreros, y el señor KK Nair, quien ejerce de capataz. El señor Hari y el señor KK Nair me informan de que hoy sábado es muy mal día para ir de compras y de que necesitan a Satheesh en la oficina para no se sabe muy bien qué exactamente.
"No, no, no, no, no. Caballeros, ustedes me dijeron no problema, no problema. Y ayer viernes, dijeron ustedes que se hiciesen las compras mañana, que ahora resulta ser hoy, sábado, y si ayer no era problema, ¿por qué va a serlo ahora?"
El señor Hari, que tiene una cara de abuelito bueno al que es muy difícil no consentirle todo, me contesta sonriente: "bueno, bueno, ¿pero cuánto tiempo?".
"Toda la tarde".
"Uy no, no, no... una hora y vuelve, ¿sí?"
¿Una hora? ¿UNA HORA? Pero si una hora es lo que tardamos en ir y volver...
"Caballeros, creo que ustedes no me han entendido bien. Satheesh y yo nos vamos de compras".
Creo que debieron de leer en mi mirada una determinación hasta entonces insospechada. Ésta no iba a ser una de esas ocasiones que se dejan para mañana, así que con un suspiro de resignación nos dejaron marchar. Satheesh estaba encantado, a todo gas por la carretera.
Después de recorrernos varias tiendas y tocar muchas telas, por fin encontré lo que andaba buscando. Una tela vainilla y otra verde agua, suaves como nubes del paraíso. Las subsiguientes negociaciones sobre el precio del metro de algodón fueron más que largas, interminables. Pedí que me recortasen una muestra de la tela elegida, por aquello de que no me diesen luego gato por liebre. No es que yo sea por naturaleza desconfiada, pero es que en el rato que llevaba en la tienda ya intentaron colarme unas sábanas de color casi idéntico y textura de papel de lija, asegurándome de que estaban hechas con la misma tela. Sí, claro, claro.
Mientras esperaba que se materializase un presupuesto, me fui a dar un paseo por la tienda. Oí sonar el móvil de Satheesh y, aunque no entiendo ni papa de Malayalam, no me costó mucho adivinar la conversación que estaba teniendo con el señor Hari. "Sí, sí, seguimos en Trivandrum... Sí, sí, hemos encontrado las telas... No, no, ahora se ha puesto a mirar los saris".
Veinte saris más tarde, salimos de la tienda. Había empezado a llover, así que nos fuimos a tomar un cafecito. Como parecía que iba menguando, nos decidimos a coger la vespa. "Total, no nos vamos a morir por cuatro gotas de agua".
A la que salíamos de Trivandrum, empezó a caer la del diluvio universal. Un chaparrón impresionante. Justo cuando pensaba que ya no podía llover más, redoblaba la intensidad. Y así hasta cuatro veces seguidas. Era como atravesar un muro de agua, literalmente. Apenas podía mantener los ojos abiertos, así que me parece un milagro que Satheesh consiguiese conducir hasta casa con todo el agua que se le venía a la cara. El pobrecito se giraba de vez en cuando para ver cómo iba yo atrás de la moto, caladita hasta las bragas, pidiéndole a Dios que recordase su pacto para con la descendencia de Noé, por los siglos de los siglos, amén.
La próxima vez igual les hago caso y dejo las compras para mejor día.
4 comentarios:
Salvo que tu estado sentimental haya evolucionado de una manera previsible, pero igualmente sorprendente, hacia una relación especial con Satheesh, en todo caso estarías "caladita"... :P
Hola Juni! Muchas gracias, ya he rectificado mi lapsus (pero todavía no sé cómo justificarlo... se estará cociendo algo a nivel subconsciente?).
Por cierto, no veas la guasilla que se traían los caballeros este lunes con mi episodio lluvioso...
El amigo Freud podría decir algo al respecto, por supuesto...
O también, al "unísono" todos los que te conocemos y sabemos como traduces literalmente palabras de un idioma a otro, sin reparar en las incongruencias...
O también está el vocabulario regional...
Y el casero heterogéneo...
Isa Tráeme un sari!!!!
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