domingo, 15 de enero de 2012

Los remansos de Kerala

Afortunadamente, empezamos el año mucho mejor de lo que habíamos terminado el 2011. Al final, "Don Giliberto Gayumbos" se portó bien y no solo nos restituyó el dinero que se nos debía, sino que también cumplió con lo de la habitación gratis y hasta nos invitó al café. 

Aunque dudo mucho que vuelva a repetir la experiencia, ni pienso recomendársela a otros, he de reconocer que su pensión no estaba mal: sus habitaciones (salvo un cuchitril que tiene en la planta baja) son inmensas y algunas tienen un bonito balcón, el jardín está bien cuidado y es un santuario de gatos y perros que el señor Gilbert ha recogido de la calle. Tengo una teoría personal de que los que aman y tratan bien a los animales no pueden ser malas personas (aunque he de admitir que la pasión que sentía Hitler por los perros debilita mucho mi tesis), por lo que le voy a dar al antedicho el beneficio de la duda. Además, tuvo un gesto muy bonito: nos entregó un sobre con 500 rupias de su recaudación, para que fuésemos a entregarlo a un orfanato que se encuentra dos casas más abajo de su pensión. Por lo visto, tiene costumbre de hacer esto con casi todos sus cruceros. Si esto es verdad, no les debe de ir mal a las hermanas: 500 rupias todos los días, a fin de mes son un pastizal.

Claro que falta saber si esto es del todo cierto, puesto que el hombre también tiene por costumbre compensar sus carencias de memoria (digámoslo así) con buenas dosis de inventiva. Así por ejemplo, a nosotros nos dijo que Rasheeda y su mamá no tendrían problema en compartir la embarcación con desconocidos (nosotros), puesto que les había informado de que viajarían con otra pareja (¿nosotros?). Sin embargo, cuando les pregunté, me dijeron que hasta esa misma mañana  pensaban que tenían el barco reservado para ellas solas. Sospechoso.


Pero bueno, corramos un tupido velo sobre las incoherencias del señor Gilbert y quedémonos con lo bueno: el crucero estuvo estupendo y la compañía de otros viajeros (que al final, con nuestra venia, fueron cuatro) resultó agradable y para nada molesta. El barco, que se llama "The Pride" (en español, el orgullo), era bastante cómodo, con ocho asientos colgantes, una pequeña cabina con una cama doble y dos individuales (se usaron unos colchones en el suelo para darnos cabida a todos) y una cubierta muy simpática con colchoneta de espuma incorporada (óptima para disfrutar de las vistas, pero no recomendable para pasar la noche).
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La comida también estuvo bastante bien: nos sirvieron dos comidas, una cena, un desayuno y una merienda. El café lo servían en unas tacitas talladas en la cáscara de un coco, que nos hicieron mucha gracia.


El paisaje de los backwaters nunca decepciona, ni siquiera bajo la lluvia. Aunque en nuestro caso, tuvimos además muchísima suerte porque, en contra de todos los partes metereológicos de la víspera que anunciaban lluvias torrenciales y tormenta, nos salió un día de lo más despejado. Así que empezamos el año tal como lo había deseado: fue un uno de enero soleado, sosegado y placentero.


Mi única desilusión fue con la excursión en canoa. Yo ya la había hecho un par de veces y me habían paseado por canales estrechos, adentrándonos en pequeñas aldeas y viendo desenvolverse a ritmo pausado las vidas de los vecinos ribereños (podéis echarle un vistazo a las fotos de mi otra entrada sobre los backwaters). Sin embargo, en esta ocasión, el paseo de dos horas nos llevó por el mismo canal por el que habíamos llegado la víspera. 


 A través de señas le pregunté al barquero que cuándo nos íbamos a meter por algún canalito, a lo que me indicó con el dedo que al final del recorrido: pero cuando llegamos al puente que daba entrada a la aldea, dimos media vuelta y nos volvimos al barco por donde habíamos venido. Eso sí, el barquero hizo muchos aspavientos y dijo muchas cosas ininteligibles para mí (pero que provocaron amplias risotadas entre las aldeanas que se afanaban con su colada), que intuitivamente traduje por algo así como: "¡Menudo desastre! Va a ser que hoy no podremos pasar bajo el puente porque por la noche, repentinamente, ha brotado esta maraña de plantas acuáticas con las que no contábamos ayer y en las que sin duda nos veríamos enzarzados si cometiésemos la grave imprudencia de adentrarnos en este angosto canal... ¡Qué lástima!". Bueno, puede que mi traducción no fuese literal, pero creo que supe captar la intención general del viejo barquero, gracias a su generosa gestualidad y al tono de su verborrea.

Animado por mis dotes interpretativas, intentó comunicarse conmigo en el trayecto de vuelta. Como yo estaba sentada en el último asiento de la canoa, dándole la espalda, para llamarme la atención, de cuando en cuando me espetaba un golpe con su remo y, a la que me giraba (con dificultad) para mirarle, me decía algo así como: "¡bú, bú!". Yo levantaba los hombros para expresar mi incompetencia lingüística, que no mi indiferencia, a lo que él redoblaba su vigor:"¡¡BÚ, BÚ!!". Entonces yo ya asentía con una sonrisa, no porque hubiese entendido algo, sino porque temía que volviese a darme con el remo (creo que "bú" quiere decir "flor", porque al poco de decir esto amarró la canoa y se fue a recoger flores para adornarnos el pelo).
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En resumidas cuentas, la experiencia fue positiva. De vuelta a Alleppey y mientras esperábamos el autobús para Munnar, me di un paseo por los embarcaderos en busca de información. Así me enteré de que para visitar las aldeas de los remansos, lo que hay que contratar es un "Village Tour". También me agencié un par de números de contacto, por si alguna vez tuviera que volver a reservar un crucero por los backwaters en temporada alta.
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Aquí os los dejo y, si los usáis, espero que me contéis cómo os fue la experiencia:

INDEEVARAM (Vinod: 094474 80717). Estos organizan de todo: cruceros, houseboat, village tour, alquiler de coches y hasta masajes. También ofrecen un servicio de transporte por barco a motor para subir desde Alleppey a Kochi: se tardan nueve horas (salida a las 9 de la mañana y llegada a las 6 de la tarde) pero puede ser una alternativa bastante agradable al autobús o al tren (claro que también es mucho más caro: cuesta 8000 rupias fletar el barco y las comidas no están incluidas). En cuanto al "village tour" la tarifa de temporada alta es de 350 a 400 rupias por hora si el barco es a motor y de 200 rupias por hora para una sola persona si es una canoa con remos (a las que hay que añadir 50 rupias extra por cada pasajero adicional, hasta un máximo de cuatro).

- MJ Backwaters Tours & Travels (Johny Muckom: +91 99475 74414) también organiza cruceros en houseboat: mucho más económicos que los del "orgullo". Para una pareja, en temporada alta, el crucero sale por 7000 rupias (es el mismo precio si van tres pasajeros). Para cuatro personas, el precio asciende a 8000 rupias. Y no se comparte con desconocidos. Por lo menos, en teoría.

1 comentario:

*Anaí* dijo...

¡Me encantan las fotos! Al final ni tan mal, ¿eh?

¡Cuánta envidia!