Nuestra segunda semana se cierra con once bajas por enfermedad (cinco europeos, incluida una española, cuatro africanos, dos americanos y un asiático corriendo al baño cada quince minutos para reponer combustible en nuestro tanque de bio-gas), una cancelación (Tina, nuestra participante de Filipinas, no ha podido reunirse con nosotros debido a la delicada salud de su padre) y cero fatalidades. Great success!
Claro que tanta "cagaleta" tuvo su impacto con el ritmo de las clases y ensayos. La semana pasada organizamos un seminario sobre diversidad cultural, que culminaba este fin de semana con tres espectáculos después de la cena.
La programación incluía:
- Viernes 23: espectáculo asiático - como sólo contábamos con cinco participantes asiáticos, decidimos juntarlos con Hussni, nuestro participante saudí.
- Sábado 24: eurovisión, con dos añadidos de ultramar - Marco, nuestro participante colombiano, y Rose, formadora estadounidense.
- Domingo 25: el "bombazo", ¡con trece participantes africanos!
El orden de los espectáculos no se había dejado al azar. Dejándonos llevar por estereotipos, decidimos poner de avanzadilla a los asiáticos "que seguro serán los más reservados y algo sositos", y terminar con los africanos, "de fijo exuberantes y marchosos", para lograr un clímax apoteósico. Entre polos extremos, a los europeos y americanos, no nos quedaba otra que hacer de embutido.
Claro que no fuimos los únicos en pecar de prejuiciosos. Ayer me enteré de que Hussni, el saudita, al escuchar que le había tocado con el grupo oriental pensó: "¿Cómo? ¡Pero si estoy mucho más cerca de África! ¡Que me pongan con los africanos!). En cuanto a los africanos, psicológicamente presionados por nuestras álgidas expectaciones, urdieron un plan para espíar los ensayos euro-americanos (poca cosa habrán podido sonsacarnos), al considerarnos sus únicos rivales.
Con lo que los europeos no habíamos contado fue con el brote de una pequeña epidemia viral, focalizada en Trivandrum, que causó la baja de más del 70% de nuestros intérpretes. Con sólo tres reuniones a nuestras espaldas (la primera para debatir, la segunda para decidir, y la tercera para "hacer algo" y criticarlo), tuvimos la buena idea de posponer nuestra fabulosa actuación para la semana que viene.
Llegó el viernes por la noche y tres continentes tomaron asiento en el auditorio para escuchar (y algunos contemplar) la producción oriental.
Nos dieron una lección magistral, pillándonos a todos por sorpresa. Se habían inventado una trama muy graciosa, en la que un patoso marciano (Amjad, nuestro dramaturgo nepalés), recién llegado a la Tierra, emprendía una gira turística por Oriente. Se encontró primero con una japonesa, ataviada con un precioso kimono. Yoshimi nos entusiasmó con una canción a capela, que nos dejó a todos y todas con la piel de gallina y sin aliento. Después llegaron los Tibetanos y cantaron igual de bien. También Kyila lucía un espléndido traje tradicional. Khom nos tocó el tambor y Hussni, vestido de jeque, nos enseñó una danza del desierto. El espectáculo terminó con actuaciones indias. Pynhoi, engalanada con un precioso vestido de seda rojo propio de su tribu norteña, los Kashi, nos emocionó con su voz de soprano. Le siguió Tiffany, nuestra recepcionista, que lucía un sari verde y nos deleitó con un cántico hindú. Por último, el grupo entero unió sus voces para cantar el himno de Kerala, dirigidos por Sree, que además de ser nuestro contable es un virtuoso de carnática, la música clásica india.
Tras cada actuación, estruendosos aplausos. El espectáculo culminó con una atronadora ovación, con tal vigor que seguro llovieron cocos en toda la región. Entre vítores y palmas, escuché a uno de los liberianos susurrarle a Mohamed: "Director, creo que necesitamos otro ensayo". Al mismo tiempo, Rose y yo nos buscamos con la mirada. Acercándome a ella, le comenté: "Houston, we have a problem!".
Así que ahora tenemos a tres continentes en apuros, por culpa de los supuestamente "apocaditos" asiáticos. Toma ya, para que aprendamos a fiarnos de las apariencias.
Esta noche veremos lo que nos deparan los africanos. Mi pronóstico para la semana que viene es que a nuestro consorcio euro-americano le esperan retorcijones y más cagaletas.
En cuanto a mí, única representante de la madre pátria, me voy a cargar el mito de que todos los españoles llevamos el ritmo en la sangre, resucitando una de nuestras desfasadas glorias (no me abucheéis), Mocedades... Ay, amor de hombre, que estás haciéndome llorar una vez mááás...
Eso sí, esta misma tarde me busco a un buen sastre, ¡que me cosa un traje de farales!
Fotos de la actuación asiática:
1 comentario:
A peores públicos (=proyectos = trainings) te has enfrentado. No dudamos de que saldrás airosa de esa situación.
Aún recuerdo cómo se me ponía la carne de gallina al escuchar el timbre de tu voz en un idioma que no comprendía, en una cocina con los cristales empañados por el frío invernal del exterior.
Y te pedía que volvieras a cantar la canción ;)
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