domingo, 24 de mayo de 2009

Backwaters

Este fin de semana, aprovechando la llegada del "turista", me escapé del instituto el viernes por la tarde. Tras un incómodo viaje de tres horas, de pie y sudando la gota gorda en un compartimento abarrotado de indios e indias, me encontré con el Juni en la estación ferroviaria de Alleppey.


Alleppey es el enclave desde el que salen los cruceros por los "backwaters" o canales de Kerala. Teníamos pensado darnos un pequeño lujo. Nuestro plan consistía en pasar un día y una noche a bordo de una embarcación tradicional o "ketuvallom", deslizándonos suavemente por las aguas mansas de los lagos y lagunas, ríos y canales, que bordean la costa Malabar, formando un laberinto acuático paralelo al mar Arábigo.



Contábamos con realizar un crucero bajo coste, aprovechando que estamos en temporada baja. Con lo que no habíamos contado es con la influencia del turismo local. Familias enteras, animadas por el mismo razonamiento que nosotros, afluyen masivamente a Alleppey para disfrutar de un fin de semana romántico (o en su caso, marchoso, pues algunos se traen hasta al pinchadiscos, montándose fiestas a bordo al puro estilo bollywood).


Todas las embarcaciones estaban ya reservadas, con lo que tuvimos que recurrir a un plan alternativo para disfrutar del fin de semana. Con la inestimable ayuda de Joseph, el recepcionista de nuestro hostal, pillamos una pequeña embarcación a remo para tres, si incluimos al remero. Por tan solo 700 rupias, nos paseamos por los backwaters durante siete horas.


La ventaja de escoger este tipo de barca es que se mete por todas partes, hasta en los canales más estrechos, lo que te permite observar de cerca la vida de los ribereños. Sus vidas están hechas de rutina, los mismos gestos se repiten cada día y en cada casa.


En occidente, mil despertadores resuenan a las siete, miles de rostros somnolientos esconden su mirada en un periódico durante un viaje en metro con destino a la oficina, miles de coches se detienen ante un semáforo en rojo, miles de sistemas operativos se inician en un radio de quince minutos. Sobre las siete de la tarde empiezan a apagarse miles de monitores, miles de empleados se despiden de sus cubículos y empiezan el viaje de vuelta a casa. De camino, unas compras en el supermercado de la esquina. Recalentamiento de comida en el microondas, telediario de las nueve, película y cama.

Aquí, en el sur de la India, la vida también está hecha de repetición y ajetreo. La diferencia principal está en que cada gesto gravita en torno al agua. Por la mañana, las mujeres limpian el pescado en el río, dándole vueltas en un cuenco de barro. Mientras unas cocinan, otras hacen colada. Retuercen enérgicamente la ropa para sacarle todo el agua, aporreándola después contra una piedra de superficie plana. Unas barcas alargadas, cargadas de tanques de plástico negro, reparten agua potable entre las casas ribereñas. Después de la comida, mujeres y niños lavan sus cacharros en el río. Más tarde, al caer los últimos rayos de sol, se bañaran en las mismas aguas. Con cañas de fabricación casera, pescarán su cena. De nuevo, el rito de la limpieza de pescado. Otro día más.



Nos gustó tanto la experiencia del barco que se nos hizo tarde para coger el tren hacia Varkala, pueblo turístico y costero donde se nos había ocurrido pasar la noche. Como una es cabezona, nos fuimos de todas formas. Para la próxima vez, ya sé que el viaje en autobús no es muy recomenbable: te sale más caro que el tren, tarda una hora más, y ni siquiera te deja en Varkala, sino el Kalampallam. De ahí nos tocó pagar un rickshaw para dejarnos en la playa de Varkala, donde pasamos la noche en un hotelito por 300 rupias (por una habitación que en Noche Vieja me costó 1200). Al día siguiente nos enteramos de que se alquilaban cabañas de bambú por 150 rupias (el equivalente a 2 euros con 40 céntimos).


Eso sí, el problema de Varkala durante la temporada baja es que casi todos los locales están cerrados, la marea alta se ha comido casi toda la playa y, como es monzón, las probabilidades de lluvia son altas. Y como es bien sabido, cuando llueve, pues te mojas. Por supuesto, no fuimos excepción.


Más fotos del fin de semana, gentileza del Junior:

Alleppey:
Humor hindú:

Backwaters:

Kingfisher:
Varkala:
Lagarteando:
Se acabó lo que se daba:


2 comentarios:

avistu dijo...

Pues por fin el Juni (que pelos, por Dios!) publica este fin de semana su versión de los acontecimientos.

Carol dijo...

Pero qué bien se os ve :)