Desde que llegué a Colombia, Juan Pablo y su familia me han tratado a cuerpo de reina. Tanto es así que ya he perdido la cuenta de los cumplidos, invitaciones, visitas y restaurantes. Lo que sí no se me va a poder olvidar es la estupenda comida que me han preparado hoy en casa, en este día de domingo.
En honor a esta valenciana y como antídoto para la morriña, Augusto, el papá de Juan Pablo, me ha cocinado esta estupendísima paella, a la que sólo faltaba el colorante Carmencita para ser auténticamente valenciana.
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En honor a esta valenciana y como antídoto para la morriña, Augusto, el papá de Juan Pablo, me ha cocinado esta estupendísima paella, a la que sólo faltaba el colorante Carmencita para ser auténticamente valenciana.
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Juan Pablo se vistió apropiadamente para la ocasión, luciendo la camiseta del Club Valencia que le regalé. Vean lo bien que le sienta.
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Modestamente, creo que he cumplido con mi primera misión, que consistía en mejorar la imagen de Juan Pablo. Para que ustedes opinen, he aquí una foto del antes y del después. A la izquierda, con la camiseta del Barça, en el día que conocí a Juan Pablo en Beijing. A la derecha, hecho un campeón, con la del Valencia.
Nota: no creo que este blog se lea en Cataluña pero, por si acaso, quisiera aclarar que yo no entiendo de política, ni muchísimo menos de fútbol. Lo único que yo he querido transmitir es que el color blanco resulta mucho más favorecedor que el combinado azul grana. Cuestión de gustos :o)
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